Hay obviedades que son tan obvias que uno no las percibe. Por ejemplo, que los ‘sombreros’ se llaman así porque dan sombra, o que un ‘caldo’ se debe servir y tomar siempre caliente porque la propia palabra lo dice: caldeado, cálido, y si podemos llamar así a los vinos es porque en Roma el vino se tomaba caliente. Es también muy evidente que ‘puerto’ es el masculino de puerta, y es, en efecto, una puerta de entrada desde el mar, o una puerta de paso en la montaña. Y seguro que igualmente nos asombra comprobar que ‘ventana’ tiene absolutamente todo que ver con viento (incluso en inglés: wind-ow, antiguamente «ojo de viento») porque, como es sabido, no siempre las ventanas han tenido cristales. Hay muchísimos ejemplos de estas preciosas obviedades.
Quizá una mucho menos conocida, y menos reconocible, sea la traducción que propongo de la expresión francesa voilà, le voilà o la voilà, exclamaciones muy utilizadas en el país vecino, muy populares y de muy difícil traslación, porque se adaptan a muchas expresiones españolas y al mismo tiempo a ninguna de modo fijo: ahí está, esto es, ahí va, ahí lo tienes, he aquí... No es tan fácil adivinar cuál sería la más exacta expresión correspondiente en español, que sin embargo, si traducimos literalmente, aparece de inmediato: ‘velahí’.
Velahí es una palabra que es seguro que los más jóvenes desconocen, pero yo la he oído (de niño) muchas veces, porque la utilizaban, también de forma corriente, mis tios mayores y mis abuelos, todos extremeños. ‘Velahí’ es una contracción de ‘velo ahí’, que es literalmente lo mismo que dicen los franceses (vois là) y que también puede tener matices muy diversos. El Diccionario de la Real Academia la define tan solo como una interjección poco usada «para dar por cierto o asegurar lo que se dice, a veces con resignación o indiferencia», una especie de «ahí to tienes», y para ese uso está muy bien descrita. Pero igualmente, como en francés, la podría utilizar uno mismo para dar albricias porque por fin ha encontrado lo que buscaba, un centenario prestidigitador en el momento culminante de sus números de magia, o alguien para señalarte algo que tienes delante de las narices... Incluso, ya puestos, me encantaría verla escrita al final de las demostraciones matemáticas en los colegios, universidades o incluso en las más notables academias de ciencias, para indicar en un teorema que se ha llegado a la conclusión deseada, en lugar de la abreviatura q.e.d. del latinajo quod erat demostrandum (como queríamos demostrar).
Por ejemplo, algo así como: «Velahí: queda demostrado que la suma de dos números pares siempre es par». ¿No sería estupendo? Sí, sí, tengo que proponer esta idea a la revista científica «Acta Mathematica». ¡Qué tanto inglés ni tanto inglés!
Los refranes tiene la ventaja de ser como Feijoo "Al que madruga Dios le ayuda" y "No por mucho madrugar amanece más temprano"
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