En el cole nos enseñan que los adjetivos demostrativos este, ese y aquel, nos indican o nos dan claves de la distancia relativa, con respecto al hablante, a la que se encuentra el objeto que se cita a continuación. Este lápiz es el lápiz que está cerca, no el más alejado. Aquel libro es el que está más apartado, no éste próximo a mí, etc...
Pues bien, de un modo mucho más evidente, se puede establecer una ordenación espacial para los adverbios de lugar. Yo propongo ésta:
acá - aquí - ahí - allí - allá (- acullá)
Acá es, desde luego el adverbio que indica mayor proximidad al que habla. “Ven acá” dice el que quiere que te acerques a él, a su persona, a una cercanía casi corporal. Y, por eso, si el que la dice posee suficiente autoridad y es violento, la frase puede dar miedo. Y si es amoroso, puede estar proponiéndote un contacto físico. Para utilizar el acá, en España, es precisa una previa confianza. Es el lugar del yo, del que habla.En muchos pueblos, al menos antes, se utilizaba la expresión en cá para decir en casa o a casa. “Voy en cá la Aurora”: “Voy a casa de la Aurora”. ¿No tiene cierta similitud este en cá con el adverbio acá del que estamos hablando? ¿No es la casa, en cierto modo, también lo más íntimo de una persona?
Aquí, sin embargo, es menos comprometedor. Y más formal. El que te pide que te acerques a su lado, a su proximidad, sin tantas connotaciones de intimidad o de intimidación, utiliza esta palabra. Decir que algo o alguien “está aquí” indica un grado alto de proximidad, aunque vagamente definido y no necesariamente de tipo espacial. O mejor dicho, sí, espacial, pero sin considerar las distancias. Está aquí, conmigo (a mi lado). Está aquí, en este lugar, en esta plaza (tal vez la inmensa Plaza de las Tres Culturas de México). Está aquí, en París. Está aquí, en Francia. Pueden ser miles de kilómetros los que nos separen, pero yo comparto con él un espacio, que a veces hay que nombrar. Estamos en el mismo lugar. En el lugar del nosotros.
Ahí es el lugar del otro. ¿Está ahí, a tu lado? ¿Está ahí, en París? Ahí es el espacio (igualmente sin definir en cuanto a extensión ni distancia) donde te encuentras tú. Acá y aquí son los espacios del yo y del nosotros, respectivamente, de mi y de nuestra casa (sea lo que sea esa metafórica y simbólica casa). Ahí es el espacio del tú o del vosotros. De tu o vuestra casa.
¿Allí es el espacio de él o de ellos? Si atendemos a la semejanza de sonidos, si analizamos la composición formal de ambas palabras (allí y ello), sin duda. Pero puede que la rigidez de esa ligazón lógica se haya perdido con el tiempo.
Resumiendo: yo aquí, tú ahí, él allí. Ahora todo está en su sitio. Solo que, tal vez demasiado mecánicamente, demasiado cartesianamente. Porque, claro, luego viene la posibilidad de poner en juego las variantes, que es lo que le da gracia al asunto. Podemos decir, por ejemplo, “allí donde estás tú”, lo que no deja de ser un modo de convertir, en dos palabras, a un tú en un él; es decir, una manera de distanciarse emocionalmente y tal vez momentáneamente de un amigo, por ejemplo. Pues lo has colocado en un espacio ajeno al de los dos que habláis. Curioso. ("Ahí donde estás tú", sin embargo, no destila ese leve distanciamiento.)
“Tú aquí no pintas nada”, le espetamos al que consideramos invasor de un espacio propio y exclusivo (o bien personal y mío, o bien grupal y nuestro-pero-no-de-él). Y en este caso sí que golpea con toda su contundencia la función localizadora del adverbio: sirve como prolegómeno de la acción de ponerle de patitas en la calle.
Pasemos al allá. Pero, atención: ¿por qué nos encontramos con dos modelos sonoros tan parecidos? Allí - allá. ¿Es una simple variante sin importancia? Imposible tal cosa. En puridad, no existen en el idioma los sinónimos. Sencillamente porque el allá es mucho más misterioso. Así como el allí es el espacio de él o de ellos, el allá es el espacio correspondiente a un pronombre neutro, inmensamente ajeno, y por lo tanto lejano. ¿Podría ser el pronombre ello? Podría ser; aunque creamos que dicho pronombre, por ser neutro (el género de lo no-masculino y no-femenino), apenas si lo utilizamos. ¿Acaso no llamamos “el más allá” a lo que hay después de la muerte? ¿A lo desconocido?
Juguemos a las permutaciones, a ver qué sorpresas surgen. Y vayamos a la que, hasta el momento en que se encuentran nuestras averiguaciones, resulta la más extrema: “Allá yo”. ¿Se puede decir tal cosa? Sí. Aunque solo en situaciones un tanto especiales, es cierto. “Allá yo con mis manías”, por ejemplo. Sorprendentes los resultados. Porque con esta frase estamos conminando al oyente a que deje de considerarnos un tú para él y a que nos considere un él, un alguien ajeno a los dos. Al decirte “allá yo”, me estoy situando a mí mismo (también de cara a ti) en un espacio inasequible a ambos (allá), donde ni tú ni yo debemos utilizar criterios compartidos para juzgarme. Donde se ha abolido momentáneamente el nosotros, e incluso el yo. ¡E incluso el ellos! No hay persona del género humano (con sexo) que pueda juzgarme. “Ni yo mismo sé por qué lo hago. Pero allá yo con mis manías.”
Proponemos al lector que estudie otras variantes: “Yo voy aquí”, por ejemplo: en el hecho de ir (o de venir) desde allí, he tomado ya posesión de mi sitio.
Por otro lado, existen algunas curiosidades acerca de la posibilidad de colocar adverbios comparativos solo ante algunas de estas palabras. Acá y allá (los extremos, no lo olvidemos, y también los que terminan en “a”) sí admiten grados (“bastante allá”, “muy acá”...) que los otros términos no soportan bien. Es lógico, en cierto modo, puesto que los aquí, ahí, allí y acullá son poco definitorios de lo espacial en cuanto a dimensiones, como hemos dicho. Si le dijésemos a alguien algo tan raro como “ponte muy aquí”, por ejemplo, o “vete más allí”, no parecería que estuviéramos pidiéndole que se acercase o se alejase, sino, casi, que fuese mejor la calidad o la intensidad de su estar aquí o allí. Que estuviese más de verdad aquí o allí.
No creo que haya algo más distante, en cuanto adverbios, que el allá (y si, como hemos visto, lo ponemos adornado con un aumentativo: más allá, resulta más claro aún). Pero existe, o mejor dicho, existía otro adverbio (porque ya no se usa apenas), el acullá, del que el Diccionario de la Real Academia dice que puede ser un intensivo de allí y allá. Yo no lo creo. Atendiendo a la composición consonántica del término, podríamos conjeturar que se trata de una contracción sintética de dos palabras: aquí y allá. O incluso de tres, aquí o allá, o sea aquí u allá. Yo pienso que se utilizaba para expresar la imposibilidad de localizar espacialmente el objeto del que se habla. La impotencia para definir su espacio. Es habitual verlo escrito de esta forma: “aparecieron por aquí, por allá y por acullá”, es decir, detrás de otros adverbios de lugar. Para mí, acullá significa por todas partes.
De tal manera que, aunque pueda parecer chusco, la traducción correcta de aquella bonita e insulsa canción de los Beatles (de McCartney, claramente) “Here, there and everywhere”, deberá ser, a partir de ahora: “Aquí, allá y acullá”. Qué se le va a hacer.
Es hora de consultar textos. En primer lugar, acudiré a esa preciosa y monumental obra que es el Covarrubias, el primer diccionario español (“Tesoro de la Lengua Castellana o Española”), del año 1611. En acá, no encuentro nada que aclare más cosas. Pero no me resisto a transcribir la genial nota miscelánea con que remata Covarrubias esta entrada:
“Avían vendido un negro, a cierto vezino de Málaga, y preguntándole que cómo le iba con el nuevo amo, respondió: —Mal acá y mal allá; jugando del vocablo, Málaga y Malaca.”.
Aquí, allí y allá no aparecen. O se le pasó a don Sebastián o le aburrió definir lo que le pareciera evidente. O no tenía nada curioso que contar.
De acullá dice algo que podría darme, en parte, la razón: “Acá y acullá, vale en todo lugar.”
Corominas (Dicc. etimológico) me abre el panorama con otros dos adjetivos, y también adverbios, uno nuevo (o mejor dicho, muy viejo pero nuevo para mí), y otro que había olvidado incluir: aquende y allende, o sea, “del lado de acá” y “del lado de allá”, respectivamente.
En el CREA, (Corpus de Referencia del Español Actual), un impagable servicio por Internet de la Real Academia Española, obtengo 45 párrafos en los que aparece la palabra acullá. Sólo miro los 25 primeros, por abreviar y después de comprobar que hay una aplastante unidad en el uso de la palabra: en 24 casos está acompañada de aquí, de allá o, sobre todo, de ambas. El único caso en que la veo sola es éste:
“Mientras que, navegando hacia el Occidente, el descubridor buscaba las islas de las especierías, tropezándose acullá con sirenas, amazonas, el sitio del paraíso terrenal, y con el mismísimo diablo corpóreo del Medievo (...)” Guillermo Bonfil Batalla. “Simbiosis de culturas. Los inmigrantes y su cultura en México” México, 1993. (La bastardilla es mía) En este ejemplo está claro que acullá significa “por todas partes” o “en cualquier lugar”. C. s. q. d.
Sólo hay que hacer una última salvedad a todo esto, sobre todo a lo relacionado con los términos acá y allá. En los países de la América hispanoparlante seguramente se utilizan de otro modo que yo no sabría analizar. Allí usan mucho más acá y allá que aquí y allí (espero que se pueda entender esta frase, que parece un galimatías). Y por lo tanto, para los de allá no son válidas la mayoría de estas reflexiones de uno de acá.
Muy interesante y útil Miguel.
ResponderEliminarTal vez el único ser inexistente que podría utilizar todos esos adverbios en un mismo instante sería Dios. Pero para ello sería necesaria una buena dosis de fe. "Dios está acá, aquí, ahí, allí, allá en incluso acullá" dijo el padre "claretiano" Damián en un internado en Segovia donde pasé unas vacaciones de verano intentando aprobar latín y reválida de 4º de bachiller.
Un abrazo. Antonio
¡Qué razón tienen ambos! Sin embargo Antonio se desliza por el "ser inexistente que podría utilizar todos esos adverbios en el mismo instante", para agregarf "aque sería Dios" Todos sabemos que la voz tronante del Dios de que nos hablan las religiones nonoteístas, sólo puede pronunciarse si existe, así que si no existe no hay adverbios que valgan, ni voz tronante que se oiga. Y al Angel Mendo habría que recordarle que en América Latina también se utilizan el "ahí", "ahicito" (nomás), "aquí mesmo", y mucho más, dadas las pocas garantías de afirmación en que viven esas culturas: "Vaya Ud. a saber dónde". Etc.
ResponderEliminarPues tu padre Damián, Antonio, debería dejarse de tanta retahíla retórica y para hablar de la omnipresencia de Dios decir solamente "acullá". Como aquél chiste del tipo que andaba ensartando el aire con el dedo índice por acullá, y le pregunta un amigo que qué hace. El tipo contesta: "Es que me han dicho que Dios está por todas partes, y con el día tan horrible que he tenido hoy, estoy tratando de sacarle un ojo".
ResponderEliminarArte, qué de arte!: seguro que podrías añadir o complementar mucho sobre este tema para la América Latina. Yo ya me he declarado incompetente en ese asunto.
Acabo de leer los primeros párrafos y debo señalar que hay un gran error en el uso de "acá" y "aquí". El que indica un lugar indefinido es "acá" mientras que "aquí" es más exacto. Puedes buscar el significado en la página de la RAE. Aunque en Argentina, usamos "aquí" en situaciones muy formales y "acá" de forma más casual, esto es algo propio de Argentina (creo que también Colombia), pero no es el uso real de estas palabras.
ResponderEliminar@arteqdarte : no digas "en America Latina" como si todos los latinoamericanos usaran esos adverbios modificados. Eso de "ahicito" o "allacito" lo utilizan los mexicanos. A ellos les gusta usar el diminutivo en todo, como cuando dicen "ahorita", "lueguito", etc.
ResponderEliminarAmerica Latina no es solo México, ¿sabías? En Argentina no usamos ningún adverbio modificado, por el contrario, "acullá" no existe aquí y "aquí/allí" a penas se usan y preferimos usar "acá", "ahí" o "allá". Así que aquí es todo lo contrario, en lugar de tener "adverbios de más" tenemos "de menos".
Me parece completamente de ignorantes hablar del "dialecto latinoamericano" cuando cada país latinoamericano tiene su propio dialecto. Es como decir "el dialecto japonés" ignorando que existen diferentes dialectos en Japón (el de Osaka, por ejemplo).