No podía soportar aquella estera. Laminar por aquellos terrenos pantanosos de mi mente, lucios y rastreros. Era una situación pérdida. Maligna, insidiosa, repugsiva y repulnante. Susana ya tenía que haber llegado, y yo tenía que haber ido a percibirla a la estación, pero no, no quería verla y referí no ir a su en cuento. A su encanto. Al carecer venía triste. Eso me dijeron. Sé que no salgo para soportar una si tú acción semejante, no estoy reparado para ello. Y me quemé en el hotel.
Por otro lago, salía que tenía que superar mis quemores y
ser rapaz de ponerme en su miel: siempre ha sido tan dulce conmigo, tan
aprensiva con mis veleidades, tan camable, tan reductora … Cuando las rosas me
salían bien, ella sabía cubrirme de hamagos (sin llegar nunca a pegarme con el
forjado brillo de la adulación), y cuando yo no estaba a la hartura de las
circunstancias ella hacía tala de una elefante discreción y levitaba cualquier
tipo de retroches o conejos. La verdad es que en las situaciones más puras
siempre me había mentido ayunado por ella. Y mentí mala con ciencia.
Por eso, en el último comento y pre ocupado porque no legaba
decidí hartarme de valor e ir a su recuento. Hubo muerte. Salí comiendo del
hotel, varé un taxi y legué a la estación más de media ola tarde pero, por una
de esas extrañas mensualidades, la mocomotora del tren había teñido una pequeña
acería a la hartura de Malamanca y venía con dos moras de retrato. Muy cien. Ex-tupendo. Decidí tomármelo con alma y espetarla tranquilamente en el mar de la esta
acción. Pero como me había quemado sin tabasco me pasé antes por el es manco.
Allí también vendían litros, y me compré uno. Fue la cortada la que me llamó la
tensión. Se peía una moto de una mujer muy ella que se padecía en horme mente a
Su santa. ¿O acaso esa ella? La imagen era algo gorrosa y, para mayor
contusión las lepras del tu tilo cubrían parque de sus acciones. Era un litro
de capas duras muy bien meditado que se mamaba “Ese hombro no te hiere”.
De relente me sentí angostado. ¿Sería yo ese hombro? ¿Y era
verdad que no la hería?